Cuando decidí ser mi prioridad
Me liberé de la creencia de que debo complacer a otros y comencé a complacerme a mi misma diseñando la vida que siempre había soñado.
Aprendí que amarme a mi misma es el mejor ingrediente para lograr todo lo que me proponga.
Entendí que primero debía ser yo la persona que se cuida y nutre con honestidad, amor y respeto.
Me di cuenta que la relación que tengo conmigo misma es la más importante.
Aprendí a escucharme sin juzgarme y aceptarme como un ser espiritual viviendo una experiencia humana.
Elegí que lo que hago en función del otro nace del amor y genera alegría.
Me ocupé por llenar mi corazón con amor y luz para luego compartir esta energía contigo.
Entendí que decir un no a alguien es darme un gran sí a mí misma.
Dejé de poner mi felicidad en las manos del otro.
