Hace un tiempo que no publicaba algo nuevo para ti, de hecho ni siquiera me había sentado a escribir para estrenar esta nueva página. Dicen que a uno le conviene crear una entrada brillante para dar a conocer las novedades de su sitio, pero entre tanta cosa que la vida trajo para mí este último mes, quedarme quieta, dejar que las ideas fluyeran y sentarme a escribirlas con amor para ti se convirtió en un gran reto. De hecho mientras escribo este post ya me paré a limpiar mi sala, regresé, me acordé que tenía dos puffs arrumbados, fui a desempolvarlos, regresé, descubrí unas manchitas en un cojín y lo metí a lavar, regresé, se me antojó un té y bueno pasaron más de dos días y aquí estoy.
Entonces, ya para no hacerte la historia taaan larga, te cuento que estoy muy feliz porque por fin encontré un tema del cual me entusiasma mucho hablarte y es justamente un concepto de acompañamiento emocional que trabajo con mis pacientes durante las el programa es: escucha generosa.
¿Es lo mismo escuchar que oír?, ¿cómo con la escucha puedo romper con los patrones y dinámicas disfuncionales en mis relaciones? Sigue leyendo y no te pierdas los tips que he armado para que aprendas a utilizar la escucha como una herramienta para construir relaciones más sólidas y saludables para ti.
Oír no es escuchar.
Me parece importante comenzar dándo luz a este tema con algunas distinciones (conocimiento operativo) sobre la diferencia entre oír y escuchar. El primero constituye el aspecto biológico del fenómeno de escuchar, es un acto involuntario y pasivo. El segundo, aunque lleva implícito el oír, es voluntario y activo pues conlleva un proceso cognitivo y emocional en donde el ser humano integra una serie de datos para interpretar aquello que oye. Por ejemplo, si tú hablas yo te voy a oír, pero si no elijo prestarte atención no voy a entender lo que me estás diciendo, por lo tanto, te oí, pero no te escuché.
Saber escuchar, como hablar, modifica todo lo que es posible.
Desarrollar tu escucha generosa te ayuda a diseñar la forma en la que tú te relacionas con los demás, ya sea tu pareja, tus amigos, tus padres e incluso tus jefes. Si te pones a pensar, a través de nuestra escucha, validamos a las personas que nos rodean y viceversa. Cuando alguien nos dice "te escucho" es como si nos dijera "me interesa tu persona" o " eres importante para mí" ¿apoco no?
Además, aprender a escuchar de esta manera, también funciona de apoyo para solucionar las situaciones que se te van presentando en tu día a día, encontrar el aprendizaje oculto en ellas y así vivir anclada a ese propósito más profundo de tu existencia (paz, alegría, armonía, amor, luz, etc.).
“Soy absolutamente responsable de lo que digo y maravillosamente irresponsable de lo que tú escuchas”- Humberto Maturana.
Cuando hablamos buscamos emitir las palabras exactas que expresen los significados que queremos que el otro conozca y cuando escuchamos, el hámster que vive en nuestro cerebro sale corriendo a los archivos y trae al frente los significados que ya conocemos y con ellos, interpretamos las palabras que oímos. Entonces, si lo miramos de esta forma, podemos darnos cuenta que para escuchar filtramos la información a través de las etiquetas que le hemos puesto a los otros, de las cajas en las que los hemos metido, de lo que por convivencia hemos aprendido. En resumen, escuchamos a través de nuestra historia, es decir desde lo que nosotros hemos construido como "la verdad". Pero recuerda: la verdad de otros no es la tuya, así que nuestra responsabilidad es desarrollar nuestra habilidad para escuchar al otro ¿estás lista?
El desarrollo de una escucha generosa implica más que solo ser consciente del significado que le damos a lo que oímos. Supone lo que Maturana llama el respeto del otro como un legítimo otro, que, aunque conlleva un gran trabajo, no es otra cosa más que aceptar que la realidad del otro es tan legítima como la mía.
Para definir lo que es la escucha generosa es importante destacar aquello que no es. No estamos escuchando de manera generosa cuando:
Basamos nuestras reacciones en memorias, creencias o programaciones aprendidas.
Confrontamos.
Decimos nuestra opinión desde un lugar de enojo o agresividad.
Salimos a responder desde nuestros juicios o creencias sociales y morales.
Interrumpimos constantemente a quien está hablando.
Damos consejos.
Emitimos juicios sobre la persona que está hablando o lo está diciendo.
Basamos nuestras respuestas en "la caja" en la que hemos metido a esa persona.
Culpamos a quien habla de lo que interpretamos.
Creemos que tenemos la razón y que sabemos qué es lo mejor para el otro.
Cuando no estamos escuchando generosamente asumimos posiciones de superioridad que nos separan del otro, dejamos de respetar lo que nos hace diferentes, comenzamos a atacar, juzgar, descalificar o a invalidar las opiniones de los demás, generamos relaciones en donde tenemos que salir a defendernos todo el tiempo, le damos nuestro poder a las acciones del otro pensando que ellos deben actuar de determinada manera para que nosotras seamos felices, nos victimizamos, perdemos la elección a decidir lo que queremos y por lo tanto nos comenzamos a sentir atadas y no logramos ofrecer nuevas dinámicas que aporten la posibilidad de crear un futuro que se alinee con nuestra fuerza y bienestar.
Por el contrario, en un acto de total amor y apertura, si elegimos apagar nuestra historia y ponernos al servicio de quien nos habla aprenderemos a elegir quién queremos ser, frente a las situaciones que nos presenta la vida, regresaremos a nuestro poder que es el lugar en donde surgen las conversaciones constructivas y así lograremos romper con los patrones y las dinámicas disfuncionales en nuestras relaciones.
¿Entonces qué elementos intervienen en la escucha generosa?
Una escucha generosa:
Es curiosa, respetuosa y humilde.
Sabe que no sabe y suelta la necesidad de tener la razón.
Entiende que cada uno tiene su propia Visión del Mundo por lo tanto apaga la suya para entender al otro (declaraciones, creencias, pensamientos, lenguaje y cuerpo emocional)
Se mantiene en un estado de neutralidad, no juzga.
Pregunta qué significa lo que sucede o lo que dice la otra persona.
Pide una aclaración cuando no comprende algo.
Ve al otro en el tiempo presente (link) sin su pasado ni su futuro.
No da consejos.
Reconoce que no sabe qué es lo mejor para el otro.
Respeta que cada quien tiene su propio proceso.
Fundamenta sus opiniones y no las expresa como si fueran la única verdad.
Es fuente de claridad, conciencia y posibilidad.
Repite o reformula lo que escucha para disminuir la "brecha" interpretativa.
Agradece el esfuerzo del otro para comunicarse.
Escucha con compasión.
Se hace responsable de las interpretaciones que agrega, entendiendo que estas tienen que ver más con ella misma que con el otro.

Mi intención más profunda es que una vez que practiques esto llevándolo a tu día a día logres ser más efectiva en tu comunicación para que así te abras a la oportunidad de sostener relaciones más estrechas, significativas y saludables.
Kommentarer